martes, 23 de octubre de 2007

Deconstruir poltergeist a carcajadas


Estoy al borde del delirio. No me cabe más información. Y, para colmo, sigo sin cuaderno. Hoy tengo uno de esos días en los que el tránsito por el centro de la ciudad se convierte en un bucle enemigo del que no puedes librarte y los encuentros se van sucediendo en una agitada continuidad que me ha obligado, en este espeso azar, a mantener una sucesión de inyecciones de cafeína al ritmo de diferentes confesiones. Para estos días difíciles, echo de menos una capa de invisibilidad como la de Harry Potter para eludir tropiezos.


Tanta sobreinformación ha estado a punto de hacerme estallar, sobre todo ahora que me lo quedo todo dentro, desde que pasé al otro lado de la trinchera. Echo de menos mi bloc perdido, porque era el contenedor metafórico de mis pensamientos. Como los pensaderos de Harry Potter, una especie de taper en donde vuelcan los hilos grises de memoria para liberar espacio en el disco duro. El mundo mágico está mejor diseñado.


Me quejo de tanto cotilleo, pero no hay nada tan parecido a un orgasmo como un buen scoop. Un chivatazo de esos que le queman a uno en la lengua y que irremediablemente alivia poniendo en circulación el preciado chisme a la mayor brevedad.

Precisamente eso comentábamos esta tarde frente al enésimo café del día cuando a mi amiga le llamó su novio. Le despachó con una celeridad que no admitía réplica: "ya te llamo yo luego".

Después, se volvió hacia mi y con un desparpajo que desconocía en ella, espetó: "Este hombre no se da cuenta de que yo vivo a otro ritmo".


Nos quedamos bloqueadas por un instante. Yo, por la rotundidad de una frase que no forma parte del acervo gramatical ni emocional de mi amiga. Y, ella, muda de sorpresa ante el juicio que acababa de salir de su boca. Dios mio, parecemos una caricatura del lujo urbano de Sexo en Nueva York, pero en el decadente escenario del Paseo Pereda.


Pero, para frases, la que Ramón le enchufó a su novia cuando ésta quiso abandonarle: "No creo que tengas queja de mi, ni como amante, ni como persona, ni como hombre que trabaja. Sal ahora mismo de mi coche y de mi vida". Quedé anonadada ante tan exacerbado ataque de dignidad (y exceso). "Nunca he visto asumir un plantón con tanto aplomo", apostillé en mitad de la calle San Francisco. Con el remango que trató a su menganita, Ramón es un poco Escarlata con la tierra roja de Tara.


Después, mi amiga y yo hemos llamado a Lux. Necesitamos deconstruir esta realidad tan ridícula con una sesión de carcajadas. El viernes nos concentramos para analizar éstos y otros poltergeist urbanos frente a un gin fizz.

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