lunes, 22 de octubre de 2007

Se me esfuman las palabras


He perdido mi cuaderno de cosas. Es amarillo, con un tulipán verde y naranja en la tapa. Con él se han esfumado las anotaciones apresuradas de sensaciones, descubrimientos y anécdotas de los últimos tiempos. No se si entristecerme por la pérdida porque, últimamente, se había convertido en una carga de memoria adicional que tenía el impulso de repasar de manera cada vez más asidua. Y lo peor es que eso suponía someter mis reflexiones a una revisión constante que me inducía, de manera inconsciente, a distraer mi atención del presente.

Empecé a escribirlo en la UIMP, cuando mi vida comenzó a tomar una velocidad de vértigo y está lleno de anotaciones estúpidas prácticamente cifradas ante miradas ajenas.

En realidad, me gusta la idea de que pensamientos estúpidos cómo que" si gano más, gasto más y creo que tampoco eso me hace más feliz" (lo escribimos Cuco y yo cenando con mi primer sueldo de señorita mayor y responsable), circulen por ahí y que mi cuaderno de cosas haya caido en manos de cualquiera que aplique a su vida este manual sin pies ni cabeza que recoge, entre otras imprudencias, "creo que nunca podré ser ni anoréxica ni depresiva" (reflexión realizada en una entrevista de trabajo a la pregunta de ¿cómo te definirías? No me dieron el puesto, pero me felicitaron por mi entusiasmo), "a veces me gustaría tener la cabeza solo para llevar el pelo" (lamento desesperado tras notificarme que tenía que escribir un discurso paquete), "no me importa cumplir años porque me he comprometido a volver a fumar cuando cumpla los sesenta y cinco" o "no siento ningún respeto por la gente con chandal".

Además de este manual de primeros auxilios, también he perdido toda referencia a mi macedonia sentimental de la que, en forma de español urgente, aportaba información sustancial.

Sobresalto y casualidad. Mi cuaderno ha desaparecido de mi bolsillo ahora que escribo con el lápiz de Penélope. Se me esfuman las palabras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una tragedia en toda regla. Me recuerda la maleta llena de cuentos que perdió Hemingway. A mí una vez el disco duro hizo agua y perdí no sé cuánto escrito. Es espantoso y uno acaba odiando a la ciencia y la madre que los parió a todos. Pero se pasa. La mejor manera de conservar algo es compartirlo.

Ánimo y a sacarle punta al lápiz

Mi mascota pepe el pez

Geo Visitors Map
Powered By Blogger