martes, 18 de septiembre de 2007

Merienda con el ministro

Estoy convencida de que no puedo tener una vida convencional. Ahora mismo estoy ejerciendo de canguro del hijo del ministro de Cultura de Guatemala, que se personó en casa con el nene para dejarmelo en depósito mientras se va a ver los desfiles de la Semana de la Moda. Estos ministros de allá van y vienen solos, sin chofer ni escolta y se sientan en el sofá de casa y comentan contigo la intervención de Revilla en el programa de Boris, con las anchoas siempre a mano.
Me imaginaba un Carlos Alfredo en miniatura con la tez cetrina de Rigoberta Menchú y me aparece en casa un nene de año y medio, rubio, con la tez tan pálida que parece que salió del horno antes de tiempo, cuando todavía estaba crudo. Es un guatemalteco simpático. Pero no tan gracioso como lo que le pasado a Imelda Marcos que, debido a los juanetes, a partir de ahora sólo podrá calzar zapatos ortopédicos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Decididamente no puedes tener una vida normal, pero, ¿qué es eso de lo normal? Mira la pobre Imelda. Lo suyo sí es mala pata. Para ella lo normal era tener miles de zapatos en su armario (podría hacer mucha demagogia en plan "y mientras tanto, fuera sus compatriotas...", pero es como demasiado fácil).

Quizás empezó de una forma normal, veía unos zapatos en una tienda, le gustaba el diseño y les compraba. empezó a convertirse en una obsesión. Puede que incluso los robara (en los hoteles, cuando había cumbres de jefes de gobierno, a los visitantes de su residencia presidencial), y de ahí se llegara a cosas peores.

Nunca pudo desengacharse. Y ahora, incluso sin pies, necesita zapatos, porque para ella, tener miles de zapatos bonitos es...lo normal.

Anónimo dijo...

Jo, qué torpe soy. He puesto el comentario en un post del 22 de agosto. Bueno, ya aprenderé.

Mi mascota pepe el pez

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