domingo, 2 de septiembre de 2007

Razón y corazón


El otro día leí que no tenemos corazón. Todo está en el cerebro... el alma, las ideas e incluso el amor. Me parece algo aberrante e incluso soez, ¿cómo mis pulsiones amorosas más fervientes pueden compartir espacio con la memoria de la tabla de multiplicar?

Me he pasado la vida defendiendo el corazón frente a la razón y ahora resulta que son marionetas movidas por el mismo hilo de materia gris. Prefiero que cada cosa siga en su cajón: Las ideas en el cerebro y los sentimientos en el alma. Para mi es importante la existencia metafórica de dos contenedores que simbolizan la tensión entre razón y corazón, además de dos memorias, la emocional y la cerebral.

Aunque esa mezcla de contenedores no contribuya a explicar cómo puedo querer a dos personas a la vez y porqué, sin embargo, un rato cada día, les engañaría con cualquiera, como dice Sabina. Punset dice que la gente feliz está siempre enamorada. Pero no garantiza que los más listos sean más felices.

También dice que envejece el que no se enamora. Pero no explica cuánto desgastan las secuelas del desamor. Porque lo peor del amor es cuando pasa. Hasta que otra vez el cerebro toma el control del corazón.

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