lunes, 29 de octubre de 2007

Pase sin llamar

En una viñeta, el padre de Mafalda dice: “Es extraño; me agaché a recoger un libro y al levantarme me dio una punzada en la cintura. No voy a pensar que estoy viejo, me habrá afectado una corriente de aire. Seguramente alguien dejó una puerta abierta y sin darme cuenta... entraron treinta y siete años”.

Anoche, yo también dejé abiertas las páginas de este diario esperando una visita que presumía que no iba a llamar a la puerta. El tipo llegó y se tomó tiempo suficiente para indagar en mis palabras. Las sometió a un interrogatorio feroz y desordenó aquellas que no formaron las frases que hubiera deseado descubrir. Supongo que le obedecieron menos letras de las que esperaba y con ellas armó un ejército de artillería dialéctica que aplicó a la crítica que recibo en mi cuaderno. Escribe con un lápiz mucho más afilado que el de Penélope, pero considerando que el tipo exhibe un sentido crítico que raya lo enfermizo –y que me incomoda reconocer que me irrita- ha rozado el almíbar en algunas de sus expresiones.

En cualquier caso, Víctor, tu visita no me ha sido indiferente; aunque me sonroja la percepción que tienes de mí a través de ese análisis que desnuda hasta mis silencios, hasta las palabras que no escribo. Y en cuanto a la ausencia de polémica en mi cuaderno, no ignoras mi preferencia por el examen oral. La verdad es que durante muchos años he vivido de prestar mis palabras a otros. Ahora simplemente quiero salpicar este cuaderno con las mías.
Ni yo soy Elvira Lindo, ni tú eres Paco Umbral. Decíamos ayer. Tampoco nos hace falta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Victor de nuevo. Y para darte la razón. Yo entiendo la crítica de un modo visceral, sincero y hasta despiadado. Naturalmente, a veces no calibro lo suficiente que ello puede molestar e irritar, no es la primera vez que me pasa.
¿Enfermizo? Seguramente,aunque recuerdo haber escuchado cosas aun peores.
Conclusión:De todos modos y en tal caso, creo corresponde decir cuatro cosas.
La primera, te leí con tanta atención como placer.
La segunda, me equivoco con facilidad, todos los días y a todas horas.
La tercera, lamento mucho si te molesté y te pido aceptes mis disculpas.
La cuarta, no volverá a suceder.

Anónimo dijo...

En realidad no me molestó tanto, me parece que hasta disfruto con tu provocación.
Es más, espero que tu espíritu visceral, sincero y hasta despiadado me visite alguna otra vez.
Reconozco que yo también te leí con placer y atención, a pesar de que me incomodó ver sometidas mis palabras a un examen tan exhaustivo y profesional.

Anónimo dijo...

Te contesto por aquí, porque por allí no tengo medios. Elige la manicura

Mi mascota pepe el pez

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