lunes, 12 de noviembre de 2007

El paraiso se cuela por debajo de mi puerta

Hoy he caído en la cuenta de que ya nadie llama a las puertas de las casas. No hay pobres que piden la voluntad, ni vendedores de enciclopedias y aspiradoras a domicilio. En realidad, tampoco nadie responde al timbre porque los hogares apenas se habitan unas horas al día.
Tal vez por eso me ha sorprendido comprobar que esta tarde he tenido visita. Al llegar de la calle reparé en un papel que alguien había intentado hacer pasar por debajo de la puerta de mi casa. Lo tomé en mi mano. Se trataba de un folleto ilustrado con el dibujo de un paisaje, un prado verde y mullido, sembrado de flores rosas, amarillas y blancas. Un paraje idílico en donde reposan un perro y una oveja plácidamente tumbados uno al lado del otro. Cerca de ellos un hombre, sonriente, trabaja la tierra con un arado, al parecer, sin el menor esfuerzo. A su lado una mujer, serena y alegre, con la cabeza cubierta por un pañuelo, juega con dos perros mientras una niña recoge manzanas en un cesto de paja. Al fondo del valle verde, en el que transcurre la escena, se adivina el agua quieta de un lago coronado por elevadas cumbres que parecen buscar cobijo en las escasas nubes que manchan un deslumbrante cielo azul. En una esquina de la hoja está escrito: “Vendrá un nuevo mundo pacífico”. La escena que dibuja es tan sugerente que por un momento me veo poderosamente atrapada por el paisaje y mientras le contemplo me invade una placentera sensación de bienestar.
Abro la primera página y leo: “¿Qué siente al mirar esta escena?, ¿no ansía su corazón la paz y felicidad que se aprecia ahí?”. Cierro los ojos. Estoy a punto de rendirme ante este paraíso idílico. Deduzco que han venido a visitarme los Testigos de Jehová. Lo olvidaba, son los únicos que todavía llaman a las puertas de las casas. He guardado el dibujo de paisaje que tanto me recuerda a las ilustraciones de mis libros escolares, donde todo es verde y azul y todas las personas sonríen. Pienso mirarlo de vez en cuando para soñar. A veces es todo tan espeso que deseo fervientemente que el presente se diluya en una ficción de colores, sonrisas y mariposas, en un mundo de cromo como el que esta tarde se coló por debajo de la puerta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ten cuidado no te capture esa secta, que te veo muy necesitada de ambientes bucólicos

Yendi dijo...

Muy bonita descripción del tratado :)

Algo que te trae tanta serenidad, paz y bueno recuerdos no puede ser nada malo...

Mi mascota pepe el pez

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