martes, 13 de noviembre de 2007

Los que abrazan gatos

Como dice Mafalda, en este mundo hay cada vez más gente y menos personas. Tal vez por eso vivo rodeada de conocidos que abrazan gatos. Sertorio (ver su blog) se fue hace dos días de fiesta con su señor Smith y todavía no ha dado señales de vida. Gema habla de sus dos hijas. En la nevera de mi vecina Soco hay más latas de Cat Show que danones. Víctor me hablaba el otro día de sus tres gatos sin nombre, que tuvo que bautizar de urgencia para rellenar la ficha de la clínica veterinaria. Sólo me acuerdo de Sinver (güenza). Sonia también tenía una preciosa gata blanca hasta que le dio por suicidarse desde la ventana de un décimo piso de Txurdinaga.
Últimamente los gatos ocupan gran parte de mis conversaciones. Suena el teléfono y una amiga me anuncia: “Tengo a mi gata ingresada”. Me cuenta que esta mañana, mientras los médicos reparaban el corazón de su padre, su gata entró en un grave estado de shock que presagiaba un final trágico inminente. Salió rápidamente del hospital y llevó a la pobre Boli –en la ficha médica, pero coloquialmente conocida como la gatuca pequeña- al veterinario. Le han tenido que sedar, poner suero y está ingresada, como el padre. El diagnóstico ha sido intoxicación por ingesta de veneno de caracoles.
Boli es hija de Bruja y tiene otra hermana “que vive en Barcelona como una reina, en una casa muy buena y en compañía de un snaucer”, me explica, y otros dos hermanos machos, uno que no está fichado que se llama MacGiver y Colín, que nació muy flaco y con medio rabo y que se robusteció gracias a un complemento alimenticio que le recetó el veterinario.
Lo peor fue el pronóstico funesto del primer parte médico de Boli, “el doctor dijo que podían quedarle secuelas”, sigue al otro lado de la línea telefónica. Me imagino a la pobre gatuca paralítica y a mi amiga reclamando a Zapatero una ley de dependencia animal para poder hacer frente a semejante drama doméstico.
“Después de estos gatos no quiero tener más, que lo paso muy mal cuando se mueren”, sentencia”. "No se, –respondo- es como tener miedo a coger cariño a una persona por temor a perderla”. Mientras pronuncio estas palabras me doy cuenta de que yo misma, de forma inconsciente, albergo ese miedo. Pero no te puedes prohibir querer. Sería como dejar de sentir. Y entonces ya no estaríamos vivos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Boli, flipada estoy con su ingreso y el suero...

Anónimo dijo...

Mi primer gato se llamaba Cascabel, un dia se fue. enudo traidor.
Luego fué Gata. Era la nieta de la Michina, que era la gata mas mitica del barrio. La michina era cariñosa y protectora, crio a sus gatitos y gatitas y a los de los demás. La cuidabamos entre varios de la vecindad.
Gata era tan pija que solo tubo a un gato, Filomeno.
Jo, podria hablar mucho de gatos. En mi barrio estabamos rodeados. Hasta que algun/a mala persona comenzo a envenenarlos. Ojala le coman las ratas.

Rukaegos dijo...

Jamás te perdonaré que te hayas olvidado de Anabotella y Tiberio, mis dos gatinas Nisu. Como el día que hables de perros te olvides de Glenda, te retiro el saludo, jejejeje.

Supongo que tal como anda la peña humana, cada vez son más de agradecer las locas aventuras y los dulces ronroneos de la compañía gatuna.

Besucos y marramiaus.

Anónimo dijo...

Jo, chicos, tenemos que compartir más intimidades porque desconocía la existencia de vuestros gatitos.

De Glenda no podré olvidarme nunca, es toda una señorita ¡¡con más glamour que Penélope!!

otilia dijo...

Miauuuu

osanemeterio dijo...

No te he hablado nunca de Kotik y Simpson?

Puedes verlos aquí:
www.oscarynatasha.blogspot.com

Anónimo dijo...

miao

Anónimo dijo...

Lo siento: no me gustan los perros y menos aun los gatos.
Escéptico

Mi mascota pepe el pez

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