jueves, 22 de noviembre de 2007

Las páginas escogidas


Hacía tiempo que no me regalaba una tarde para mí y me he tomado libre la de hoy, aunque haya sido por obligados motivos de salud. Como la afección es leve, he podido dedicarme a uno de mis placeres favoritos, que es releer fragmentos. Es por la costumbre de señalar con marcapáginas los párrafos o las frases que más me gustan de los libros y, así, hay días en que tomo uno tras otro y voy abriendo con calculado azar mis páginas preferidas, y disfruto de un peculiar puzzle literario haciendo repaso de esas pequeñas fracciones escogidas.
La mayoría de los ejemplares de mi modesta biblioteca tienen su propia historia. Porque, antes, siempre nos regalábamos libros. Tal vez porque uno expresa lo que siente por el otro en el título que elige. Y tú recibes el libro y devoras las páginas tratando de descifrar claves, mensajes escondidos, deleitándote en la lectura de palabras que ya han sido recorridas por la mirada del otro. Los libros además son contenedores de detalles y palabras que almacenan recuerdos y olores. Guardianes de señales propias y ajenas. Los pétalos de las flores que me regaló Héctor duermen entre las páginas de mis libros de Paul Auster. Los otros, guardan caligrafías sentimentales, cartas, rastros de besos, arrugas de caricias pretéritas. Evocan ausencias, distancias. Por eso me gusta hurgar en su geografía emocional, que es la mía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha encantado, y las fotos, cada vez que sale alguna imagen la guardo en una carpeta que he llamado pe glamour,asi como lo que escribes y hace que me identifique una vez mas contigo
be

Rukaegos dijo...

Para quienes somos letraheridos, tu reflexión suena bien cercana. Me sorprendo a veces cuando pruebo a releer, cuando hojeo, cuando busco entre las páginas de un viejo amigo un párrafo, un capítulo, una imagen que recuerdo con especial cariño la cantidad de vida que se me ha ido resbalando entre las hojas: teléfonos apuntados, algunos subrayados certeros y otros que ahora no consigo entender, páginas dobladas, algunas manchadas por razones diversas, unas con flores, otras con billetes de tren, otras con esbozos de versos ...

Supongo que es tanta la vida que me ha dado cada libro que al tenerlos en las manos me siento obligado a devolverles un poco de su generosidad.

Besucos, guapa.

Mi mascota pepe el pez

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