martes, 1 de enero de 2008

Un espacio propio entre campanadas


Acaban de sonar las campanadas y estoy sola en casa. Es la primera vez en treinta y ocho años que me he dado el capricho de cambiar el barullo por el silencio, de prescindir de las uvas y de la emoción fingida. Acabo de estrenar el año en soledad, sin importancia. Tal vez porque el ritmo de mis tránsitos hace tiempo que dejó de coincidir con las hojas del calendario y porque odio los propósitos de enmienda y los churros de las cinco de la mañana. Disfruto de un estado de placidez total, no suena el teléfono, no necesito alimentar conversaciones y he podido aprovechar la noche para leer en pijama con las piernas cruzadas sobre el sofá y con unos calcetines prestados, una costumbre que he tomado de Marta porque me encantó descubrir la relación que mantiene con prendas ajenas. Incluso, a salvo de miradas ajenas, me he permitido cenar un tazón de leche con los cereales de estrellitas con miel de Pilar, que son una de mis debilidades gastronómicas. Después he llamado a Resconorio, para preguntar a Pilar qué tal la entrada de año. La pasieguita ha vuelto a aplicar con el rigor que la caracteriza su peculiar sentido común: “Pues que quieres, después de un año viene otro. No es novedad”. Compruebo que hay alguien más que afronta sin traumas festivos el inicio del calendario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer no quise terminar con tu ansiado silencio, pero hoy sí. Ójala el año que hoy comienza venga lleno de buenos momentos, aunque sean de horas de lecturas y calcetines prestados o tazones de leche con estrellitas ... cualquier cosa que te haga feliz porque tú te lo mereces más que nadie. Muchos besos ...

Marta Sanuy dijo...

Feliz año Olga. ¡Este si nos vamos a conocer!. Me alegro de que te sirvan a ti también los calcetines prestados, son una de las mejores prendas que he descubierto.

besos guapa. Y a seguir disfrutando de ti.

Mi mascota pepe el pez

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