Puede que algún día no muy lejano seamos capaces de meter en el iPod el silencio de los campos de Soria. Lo he leído hoy en un reportaje de viajes que se titula 'El camino perdido'. Me lleva a pensar cómo se puede provocar el silencio con palabras. No es lo mismo no oir nada, que escuchar el silencio. Potente. Apabullante. Rotundo. Consumir silencio como oxígeno. martes, 29 de septiembre de 2009
Atrapar el silencio
Puede que algún día no muy lejano seamos capaces de meter en el iPod el silencio de los campos de Soria. Lo he leído hoy en un reportaje de viajes que se titula 'El camino perdido'. Me lleva a pensar cómo se puede provocar el silencio con palabras. No es lo mismo no oir nada, que escuchar el silencio. Potente. Apabullante. Rotundo. Consumir silencio como oxígeno. 
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Casi podría asegurar que eso del “silencio de los campos de Soria” no se le ha ocurrido a un publicista como Eva-Risto Megido, sino a algún antoniomachado que todavía quede por ahí. Pero por desgracia, quizá como la vida posterior a esta, el silencio no existe. Ni siquiera había silencio para Ludwig van Beethoven y eso que estaba sordo. Dicen que en el espacio, en esa inmensidad donde el vacío parece que abunda, tampoco hay silencio. Un satélite de la Nasa ha confirmado la ancestral tradición de la música de las esferas, según la cual los cuerpos celestes emiten sonidos armónicos. No hay silencio, pero lo peor no es eso. Lo malo es el ruido. Y no me refiero a las sirenas de ambulancia o coches de policía, ni siquiera al de las motos o al de la música saliendo a todo volumen por las ventanillas abiertas de algunos coches o a los rugidos de miles de gargantas en un campo de futbol. Lo peor es el ruido de la insensatez, de la falta de sentido común. En fin, el ruido que hacen las innumerables bobadas que tenemos que escuchar todos los putos días.
Hola Pe. No me gusta esta fecha. Me trae malos recuerdos compartidos hoy hace once años. Quiero que llegue el día 3. Sí, ya sé que parece supersticioso y hasta un poco ridículo, pero, al contrario que Cenicienta, yo sí quiero que den las 12 de la noche y que pase este día. Me pone nervioso, me asusta. Sin embargo, es paradójico, he concertado una cita que tiene todos los números para que nos toque el premio de la inquietud e incluso del miedo. No me dí cuenta de que iba a ser 2 de octubre.
Publicar un comentario