
Umbral no ha tenido la muerte que merece un personaje de su talla intelectual y literaria. Su desaparición ha tenido que competir en las portadas de los periódicos con la del joven futbolista andaluz. Y el fútbol, una vez más, ha ganado la partida a las letras. Ni siquiera su propio periódico, cuya pluma dignificó durante años, ha podido resistirse al hálito sensacionalista que en muchas ocasiones le ha llevado al colmo del desvarío. La portada le despide hoy -maldita carnaza canalla- con este titular: Murió mientras dictaba su última crónica, y reproduce palabra y gesto de su último aliento que podría llevar como encabezamiento pornografia rosa. Umbral es mucho más que un comentario de Ansón en la portada de El Mundo.
Pero ya no hay criterio periodístico alguno y, para colmo, con él se va uno de los articulistas más brillantes que haya tenido este país. Dios conserve la lucidez a Manuel Alcántara por muchos años, porque se ha quedado sólo frente a tanto desvarío.